| Victorina González y Pedro Abascal, quienes durante cuarenta años ejercieron como maestra y secretario del Ayuntamiento de Luena, respectivamente, recibieron ayer el homenaje de sus convecinos en el transcurso de una comida celebrada en el Restaurante Cantábrico, de Liérganes, con la asistencia de 165 personas. Durante el acto se vivieron escenas de emoción, especialmente cuando los dos homenajeados recordaron algunos de los pasajes más entrañables de su vida. El acto de homenaje ha sido organizado por los miembros de la Corporación municipal José Luis Castañeda y José Ángel Ruiz, entre otros.
El municipio de Luena rinde homenaje hoy, por todo lo alto, a dos de sus figuras más emblemáticas: Pedro Abascal Gómez y Victorina González Díaz. El primero ejerció como secretario del Ayuntamiento por espacio de cuarenta años. La segunda dedicó todo ese tiempo a trabajar como maestra en las escuelas del municipio.
Uno y otro son naturales de Luena, pertenecen a la misma generación, comenzaron a ejercer prácticamente de modo simultáneo y, por último, se han jubilado a la vez. Por esa razón, el homenaje de sus convecinos se celebrará de modo conjunto, a mediodía de hoy. Asistirán 165 personas, según las previsiones. Tratándose de un municipio pequeño como Luena, el acto constituye todo un acontecimiento.
Tanto Pedro como Victorina se han preparado para vivir una jornada llena de emociones. Y no es para menos, teniendo en cuenta que han dedicado toda su vida a sus paisanos del valle. Ahora, en el momento de la jubilación, vienen a la memoria infinidad de recuerdos, muchos de los cuales van a aflorar, sin duda, en el acto de despedida.
Seis alcaldes
Para Pedro, el Ayuntamiento de Luena ha sido, durante cuarenta años, su único destino profesional. Estudió la carrera de Derecho en Oviedo y «al terminar, aquí me contrataron por una temporada», explica. «Luego salió la plaza, la saqué y no he cambiado de pueblo». Sólo ha trabajado en Luena, y la mayor parte del tiempo «solo».
Durante todo este tiempo, ha servido a seis alcaldes: José Martínez, Remigio Díaz, Gonzalo Ruiz, Emilio Bustillo, Joaquín Díaz y José Ángel Ruiz. Pero, en realidad, no le ha servido a ellos, sino a los vecinos.
Comenzó en un tiempo en que no había ni fotocopiadoras, ni ordenadores, algo que se solucionaba «trabajando mucho» y «dándole mucho a la máquina».
Nunca tuvo un conflicto, aunque sí recuerda el accidente de autobús ocurrido a comienzos de la década de los setenta, en el que fallecieron once italianos venidos al puerto de El Escudo a visitar el lugar en el que, durante la Guerra Civil española, fallecieron sus familiares.
También recuerda cómo ha cambiado el municipio: «los accesos a los barrios, la traída de aguas, el alumbrado público, la nueva casa consistorial, la unidad de acción social...». Y manifiesta que «nunca he tenido problemas», porque sus vecinos son «buena gente».
Trabajar en Luena, un lujo
Victorina González guarda un recuerdo parecido de sus años como docente. Salvo un curso en Bárcena de Toranzo, el resto de su andadura profesional tuvo como escenario Luena: cuatro cursos en Cascarral de Cocejón y 35 en San Andrés de Luena.
Asegura que «para mi ha sido un lujo trabajar aquí». «Aquel día que ofertaban las escuelas, leí Cascarral de Cocejón y dije 'esta es la mía', si no la coge otro antes», recuerda.
Al igual que Pedro, sus condiciones de trabajo cambiaron notablemente con el paso de los años: «Al principio había una estufa de humo, que no tiraba, una pizarra de ule y varias tizas. Esos eran todos los medios. Ahora hay un ordenador por niño».
Pero, en cambio, siente lástima por la pérdida de población, que vincula al «palo a la ganadería que supuso la entrada en la Comunidad Europea». Desde que comenzó a trabajar, la población se ha reducido a la mitad y «ha envejecido mucho».
«Hay pueblos y barrios en los que no hay más que un niño, o dos», explica alarmada. «La escuela es el único sitio en el que los niños se ven y conviven». | | |
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